Qué poco me gusta este tío. Me recuerda al ex-presidente del Barça. Es patético ver su política de gestión. Claro que viene de una escuela de negocios, ESADE, donde les dicen que son la élite empresarial y la mayoría se lo creen. Claro, un marmolillo entra allí y sale hecho un fenómeno de la gestión, crece cinco centímetros en sálvese la parte y hasta se hace más guapo. Con estos antecedentes se mete en el papel, los lumbreras de su partido lo hacen suceder a Clos, otro zote que aún sigue en Ancara como premio a su inteligencia (éste juró como Ministro de Justicia cuando asumía el ministerio de Industria…) y se encuentra con la alcaldía de Barcelona.
Con toda esta legitimidad se mete en el embolado de modificar la Av. Diagonal, sin necesidad manifiesta, si no para dejar su herencia, su marca (como hacen perros y gatos). Le sale rana y se carga a un segundón del proyecto.
Se ha metido en diferentes jardines en causas como las de los toros, la constitucionalidad del Estatut y cualquier otro charco que se haya puesto en su camino (ahora la de poner una tasa a los turistas).
Eso si, al ciudadano sólo lo ve como una fuente de ingresos: hace unos días, el 1 de julio, para ser más concreto, en la calle en que trabajo se cambiaba de acera de aparcamiento. En cinco minutos conté 6 grúas sacando coches “mal aparcados”. Espectacular carrusel de grúas municipales danzando por una pequeña calle. Eso si, los contenedores de la basura, dos días después seguían en su situación anterior, mal “aparcados”. Para cambiarlos al lado de la calle que les tocaba no hubo prisas, ni camiones de la basura que los cambiaran. Lo dicho, somos sólo una fuente de dinero para el chaval de ESADE.
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