lunes, 5 de julio de 2010

Una de Cuotas

Qué poco me gustan las cuotas. Seguramente muchos de nosotros tuvimos especial constancia de éstas cuando ZP hizo su gobierno con igual cantidad de hombres y de mujeres. Qué bien.

Las cuotas sobre agricultura y pesca, que tanto han beneficiado a los tramposos (véase los olivos de Italia, el lino en España, la leche en Francia…) tampoco han sido un ejemplo a seguir, salvo para los que recogen subvenciones a diestro y siniestro.

Lo mismo hemos estado viendo en el mundial de Sudáfrica 2010, en el que se ha llenado, como en otras ocasiones, de árbitros (si es que puede llamárseles así dadas sus capacidades) de países en que el fútbol es poco menos que inexistente o tiene el nivel de la primera regional de España.

El resultado en ambos ejemplos es el mismo: premiar la ineficacia en beneficio de la estética, porque ¿no sería mejor para los fines de ambos que el número de hombres y mujeres lo fijara su especial aptitud para el cargo, o que hubiese más árbitros europeos, donde se concentran las ligas más exigentes del mundo?. No voy a nombrar a Aido, Pepín, la Duquesa de Alba o el árbitro del Paraguay-España, porque seguro que son ejemplos que a cualquiera nos asaltan.

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